viernes, 25 de enero de 2019

Animales y vegetales


En mi entrada anterior, comenté la necesidad de comer para crecer. Realmente, con la ingestión de comida y su digestión posterior, la materia orgánica que toma un ser se transforma en materia específica suya, después de un proceso más o menos elaborado. Todos necesitamos esa materia para crecer y, después de que el crecimiento ha cesado, para nuestro propio mantenimiento. 




En pocas palabras consiste en lo siguiente. Si nosotros comemos carne de ternera, es un decir, en esa carne hay proteínas de ternera. Están sintetizadas de acuerdo con las pautas de síntesis de ternera, contenidas en sus genes y construidas con aminoácidos. La digestión realizada en nuestro tubo digestivo, va a consistir en disgregar esas proteínas hasta convertirlas en sus aminoácidos constituyentes. Luego, nuestro metabolismo generará proteínas de acuerdo con nuestras pautas de síntesis determinadas por nuestros genes, pero utilizando esos aminoácidos que, hasta hacía poco tiempo, formaban parte de  las proteínas de ternera. 


LA ENERGÍA ENTRA EN EL MUNDO
DE LOS SERES VIVOS


Por otra parte, hemos de tener en cuenta la energía que consumimos para poder realizar nuestras actividades vitales. Crecimiento, mantenimiento, síntesis y otras tantas, son actividades que requieren su aporte de energía. ¿De dónde procede esa energía? Esa energía recorre un camino largo y bien definido que, procedente del sol, pasa por nosotros mismos, hasta terminar en otros seres. Todos consumiendo la energía encerrada en las moléculas orgánicas. 


Me gusta considerar al mundo de los seres vivos como un todo armónico y complementado, en el cual cada parte tiene su papel bien definido. Indudablemente, la energía es vital con una necesidad inmediata y es posible comentar su ciclo en nuestro mundo, cómo va pasando de unos a otros seres de un modo estructurado, nunca anárquico. Pero también podríamos hablar del ciclo del agua o del carbono, por citar dos casos.

BOSQUE EN LOS MONTES DE INCIO
FUNCIÓN CLOROFÍLICA EN MARCHA


La energía capaz de activarnos, procede del sol. Hay algunas excepciones en el mundo de las bacterias, que consisten en obtener la energía a partir de reacciones con metales, hierro por ejemplo, pero la mayoría de seres vivos actuamos gracias a la energía procedente del sol. Cuando digo mayoría me refiero a grupos abundantes en número y en diversificación. Este dato hace pensar en un amplio camino evolutivo, con éxito adaptativo. 

Únicamente los vegetales son capaces de captar esa energía procedente de sol  mediante una compleja serie de reacciones llamada en su conjunto “función clorofílica”. Utilizando agua, anhídrido carbónico (procedentes del aire o de su entorno) y energía lumínica (procedente del sol), los vegetales son capaces de sintetizar hidratos de carbono, que son moléculas con varios átomos de carbono, normalmente 6, unidos con enlaces ricos en energía. Cuando se rompan los enlaces, se desprenderá la energía encerrada en ellos. Esa energía ha procedido del sol, y a partir de ese momento, ya está presente, ya ha penetrado, en el mundo orgánico, el de los seres vivos. 

Esos hidratos de carbono, ricos en energía, pueden ser utilizados directamente por los vegetales para su metabolismo, ser almacenado como substancia de reserva (almidón), o adquirir funciones estructurales en forma de celulosa, formando láminas y membranas.

LA ENERGÍA ENTRA EN EL MUNDO
DE LOS HETERÓTROFOS

Otros elementos necesarios para su metabolismo (pienso en plantas terrestres), como agua y minerales, lo absorben del suelo mediante las raíces. Gracias a la energía captada mediante la función clorofílica, las plantas son capaces de sintetizar todo cuanto necesitan para estar presentes en este planeta, como pueden ser aminoácidos o vitaminas. Por eso, porque son capaces de mantenerse por sí mismos, en biología los conocemos como seres “autótrofos”, una palabra de origen griego que quiere decir que comen por sí mismos. 

Hay otro grupo de seres vivos, al que pertenecemos nosotros, que somos totalmente incapaces de captar la energía exterior para encerrarla en moléculas orgánicas. Es el grupo de los animales, conocidos como “heterótrofos”, palabra también de origen griego y que significa que comemos a partir de otros. 

De lo mucho que necesitamos, nada podemos sintetizar: aminoácidos, vitaminas, fuentes de energía. Todo lo hemos de tomar en la dieta, por eso dependemos de ella. Esto hace que los diferentes grupos zoológicos dispongan de aparatos digestivos específicos y de maneras, también específicas, de captar los alimentos. Desde la absorción a través de una piel casi permeable, a la posesión de bocas con capacidades trituradoras de los alimentos, podemos imaginar toda una amplia gama diversa que también tiene mucho que ver con las maneras de captar los alimentos. 

La evolución ha tenido un papel importante al diversificar los modos de captar energía. Al aparecer nuevos modos, y consolidarse en grupos, fue siendo posible colonizar nuevos hábitats. Cuando finalizan los procesos bioquímicos, una vez extraída la energía encerrada en las moléculas biológicas, sólo queda otra vez, agua y anhídrido carbónico. La energía la hemos consumido. Hay toda una cadena de seres vivos que van transmitiendo esa energía. Desde los vegetales, pasando por diferentes grados de animales herbívoros, luego diferentes tipos de carnívoros para terminar en seres propios de la putrefacción. Por todos esos eslabones va pasando la energía que, procedente del sol, va vivificando a aquellos que la poseen en un momento concreto. 

Nosotros tenemos que tomar alimento de modo constante, pues lo mismo que hay compuestos que podemos almacenar como reservas, caso de los hidratos de carbono y grasas, hay otros que no podemos almacenar y hemos de tomar de manera constante, como las vitaminas.

UN CARNÍVORO. LA ENERGÍA FLUYE

Para mí, ésta es la diferencia fundamental entre vegetales y animales: su comportamiento en relación a la energía, en cómo solucionan su necesidad de ella. Los
vegetales son capaces de captarla y encerrarla en materia orgánica que sintetizan. Se alimentan por sí mismos, son autótrofos. Los animales, necesariamente, hemos de tomar nuestros nutrientes y la energía que necesitamos mediante la ingesta de productos ricos en ella. Somos heterótrofos.


Fotos: Fondo de Google
          Emilio Valadé del Río




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