viernes, 14 de septiembre de 2018

Sobre extinciones


Hablo con amigos acerca de extinciones. Las considero como fracasos evolutivos. ¿Realmente son fracasos? Yo creo que sí y, como es una opinión, voy a explicarla aquí mismo.



El éxito de una población, lo he dicho en otras ocasiones, consiste en crecer y reproducirse generando descendientes fértiles. De este modo, esa población permanece en su hábitat a lo largo de las generaciones. Podemos asegurar que en cada generación supera todas las adversidades que se le presentan por parte de la selección natural y sigue generando hijos fértiles. En este sentido, considero que esta población tiene éxito biológico, ella misma es capaz de perpetuarse en el hábitat en que está.

Otra cosa, bien distinta, ocurre cuando una población es incapaz de generar hijos fértiles. Por múltiples motivos se ha visto llevada a esta situación en la que la reproducción no es factible y, por tanto, cuando muera el último componente de la población, diremos que se ha extinguido. A esta falta de capacidad de responder con estrategias biológicas es a lo que considero un fracaso biológico. 


¿Por qué se producen extinciones? Son múltiples las causas que conducen a ellas, pero yo las reuniría en dos grandes grupos: Causas extrínsecas y causas intrínsecas. Es decir, causas propiciadas por la situación ambiental de la población que se extingue, y causas que tienen su origen dentro de la misma población.

Si pensamos en las causas extrínsecas, podemos imaginar todos los ataques capaces de diezmar o aniquilar una población. Muchos de ellos son ecológicos, ambientales. Pero también, con un concepto más amplio de ambiente, podemos pensar que muchos ataques proceden de otros seres vivos. Predadores, desaparición de especies que sirven de alimentos, destrucción de hábitats y un largo etcétera. En estos casos, las agresiones más duras son las que aparecen de manera instantánea sin permitir que las especies se adecuen a ellos. En este plan, no es lo mismo un incremento de temperatura ambiental en 3 o en 10 años, debiendo tener en cuenta, en este caso, la duración del ciclo biológico de la especie de la que hablamos.

Las causas intrínsecas son más delicadas. Parece como si una población se viese abocada a la extinción en un momento concreto. En otras entradas he comentado que decimos de una población que está preadaptada cuando posee suficiente variabilidad génica como para generar genotipos capaces de afrontar cualquier cambio ambiental que se pueda presentar.

Pero esa variabilidad requiere poblaciones de amplios tamaños. No podemos esperar que poblaciones raquíticas en número estén preadaptadas ante los cambios que se presenten. Uno de los mayores factores intrínsecos que determinan las extinciones son los tamaños exiguos de población, precisamente por la pérdida  en ellas de variabilidad génica.

En España temo que no somos ejemplo de país conservador de especies. Aquí matamos legal o furtivamente con total despreocupación acerca de la agresión que se pueda provocar, como el caso reciente de un macho protegido que se encontró, se curó, se soltó con alegría y a los pocos días, un cazador le pegó dos tiros y se fue tan contento de su hazaña.

No tenemos cultura de convivencia con  la fauna ni con la flora salvaje. En Polonia han repoblado sus paisajes con cientos de miles de bisontes, comprados, que ya están aclimatados, ya se reproducen y ahora constituyen un fuente más de ingreso por turismo ecológico. Todo esto me produce un profundo dolor, pues no veo el modo de que se arregle en nuestro país, donde ni existe el concepto de turismo ecológico.

Diferentes ministros de Medio Ambiente se han mostrado partidarios de limitar las poblaciones de lobos, no de buscar soluciones adecuadas. Para muchos, la solución sigue siendo matar a los que  de modo inmediato nos molestan. Actuamos como creyendo todavía que el planeta es nuestro.

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